Cuenta la leyenda, que una vez, una mujer osó realizar el camino de Santiago a solas.
Al paso de bosques y prados, salieron a su encuentro varios bandoleros para apresarla.
No sabían quién era, pero pensaron que una mujer sola y por aquellas tierras por las que transitaba digna y a paso firme, podría ser la hija de algún noble de la cual poder obtener un buen rescate.
Cuando la acorralaron, ella alzó la cabeza y retiro su capucha de peregrina, fijando sus ojos en el que parecía el cabecilla de la cuadrilla.
El mozuelo que se sintió observado, le preguntó:
– Dónde va aquesta doncella por estos lares a solas?
A lo que respondió la joven con mirada infinita de forma sobria.
– Soy peregrina, en busca del sino de mi vida. Si la muerte o la penuria de la desgracia es la que ha de atenazar mi paso, entonces lo habré encontrado. De lo contrario, continuare caminando sin miedo.
El joven, conmocionado por la vehemencia y ausencia de temor de la muchacha, bajó de su caballo apartándose de su paso, y le contestó:
– Sus pasos serán mi guía, y con ellos la esperanza de encontrar la paz de mis miedos
Y ambos… continuaron a pie caminando.